sábado, 18 de junio de 2022

 

En Carondelet, cavan la tumba para enterrar la democracia.

Crnl Mario R. Pazmiño Silva

Leónidas Iza lo dice públicamente: su intención es derrocar al Gobierno. Lo ha sido desde las acciones de violencia desatadas en octubre del 2019, para lo cual ha construido, paso a paso, una agenda y un liderazgo. En su libro “Estallido”, donde es coautor con dos escritores mariateguistas, lo explicó.


El primer paso en su ardua tarea era tomarse la Conaie y así lo hizo. Luego debía incorporar bajo su dirección al brazo político de la Conaie, es decir el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik – Nuevo País, pero no lo consiguió. Las discrepancias con los asambleístas que no querían someterse y las fuertes fisuras dentro del mismo movimiento indígena, constituyeron un tropezón en sus intenciones de lograr su comunismo indoamericano.

También debía continuar con la lucha en las calles, a través de las movilizaciones. Estas buscaban unificar al movimiento, pero no lo conseguía, aunque con buen instinto ha aprovechado las condiciones del país, la caída de la popularidad del presidente, el descontento social, entre otras, para convocarlas. Es por eso que en este último paro esperaba dos acciones que desencadenen la unidad y, en consecuencia, acercarse a su objetivo de tomar el poder. Sus detonantes: una víctima mortal como resultado de los enfrentamientos o la detención de dirigentes.

Ocurrió lo segundo. No hay duda que la detención de Iza fue una decisión política bien tomada, pues nadie puede estar por encima de las leyes. Pero el dirigente no lo esperaba, como lo demuestra el video de su captura, donde gesticula justificativos que más dan a entender temor que liderazgo. Pese a ello, el dirigente indígena aprovechó la oportunidad que le dio el Gobierno y logró la unidad del movimiento, para reclamar su liberación y, de paso, se convirtió en mártir.

No cabe duda que el recién liberado buscará ajustar cuentas con un gobierno que demostró desde el inicio un mal manejo y debilidad políticas. Los asesores gubernamentales están cavando en Carondelet la tumba para enterrar a su propia administración que tenía todas las oportunidades y el respaldo popular para cambiar el país, pero que manejo el Estado con improvisación y sin conectarse con la realidad.

El Gobierno sigue desconectado del país y de las agendas de los diferentes actores sociales. El asesoramiento político estratégico es pésimo por no decir inexistente, ya que no se analizan las intenciones ocultas de dirigentes indígenas, gremiales o políticos.

El movimiento indígena por su parte rompe el dialogo y quiere imponer su agenda. La Conaie radicalizará sus protestas especialmente la semana del 20 de junio, donde buscará materializar su verdadero objetivo, la caída de otro presidente.

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