LAS
SIETE ESTRATEGIAS DE LA REVOLUCIÓN CIUDADANA PARA DESTRUIR AL PAÍS.
Crnl. ® Mario R. Pazmiño S.
Artículo Publicado en el libro “Análisis de las repercusiones
del Socialismo del Siglo XXI en la región.”
Luego
de un largo camino de inestabilidad política y con el apoyo de grupos de
izquierda y organizaciones indígenas, así como de partidos nacionales y
extranjeros que cobijan en sus banderas los principios socialistas, Rafael
Correa es proclamado como Presidente del Ecuador, tomando posesión en enero del
2007 e iniciando así un proceso de transformación fatal del Estado.
La
estrategia a seguir sería la misma que se venía empleando en otros países bajo
este modelo totalitario; comenzaría primero por crear una Constitución hecha a
su medida y posteriormente controlaría todas las funciones del estado, pues
para estos caudillos el control del poder total es todo. El ex presidente
Osvaldo Hurtado en su libro “Dictaduras del Siglo XXI el caso Ecuatoriano”
describe con claridad esta toma sistemática del poder.
“Una
vez que los autócratas del siglo XXI recibieron las amplias atribuciones que
les otorgaba la nueva constitución, a través de dóciles órganos legislativos,
del veto presidencial o de poderes habilitantes, armaron un enjambre de leyes
en cuyas redes mantienen atrapadas a las instituciones democráticas. Mediante
el sometimiento de las funciones Legislativa y Judicial y de los órganos de
control, conformaron un sistema de dominación política, económica, social,
electoral, cultural y comunicacional, del que se han valido para eternizarse en
la presidencia y perseguir, apresar, exiliar, silenciar amilanar a críticos y opositores,
a fin de que no pueda emerger ninguna alternativa política”.
Consolidado
su dominio e influencia en todos los órganos del poder del Estado, la segunda
etapa entraría rápidamente en vigor. Los seguidores de Heinz Dieterich han
tildado de poderes fácticos a los medios de comunicación. Estos han
representado el gran botín para el Socialismo del siglo XXI en la presidencia
de Rafael Correa. Los mal llamados medios públicos no son otra cosa que sistemas de comunicación al servicio del
Estado en donde se genera una propaganda permanente a favor del proyecto y de
su caudillo, intentando y logrando en ocasiones una imagen trastocada de la
realidad para que los ingenuos espectadores crean que la Patria ya es de todos.
Repitiendo
una y mil veces las mentiras, al más claro estilo del nazista Goebbels, han
logrado manipular la mente de los ciudadanos y los órganos de control para
brindar una imagen de transparencia, rectitud, honestidad y sobre todo la
imperiosa necesidad de mantener a su caudillo como el ungido, el redentor y el
salvador de un país que estaba en el abismo y que con la revolución ciudadana
ha resurgido como el ave fénix.
Este
totalitarismo cobijado sobre una fachada de democracia participativa extendió
sus tentáculos a todos los estamentos sin respetar ninguna independencia de las
funciones del estado. En este punto cabe citar las expresiones de Rafael
Correa, cuando en la sabatina del 7 de marzo del 2009 en el coliseo Abel
Jiménez Parra, manifestó:
“…
porque el presidente de la República, escúchenme bien, no es solo el jefe del
Poder Ejecutivo, es jefe de todo el Estado ecuatoriano y el Estado ecuatoriano
es Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral, Transparencia y Control
Social, Superintendencias, Procuraduría, Contraloría, todo eso es el Estado
ecuatoriano”. ¡Ignorancia crasa o desmedida ambición!
La
tercera etapa del socialismo de la revolución ciudadana tiene como base la
confrontación social entre clases; mientras más fragmentado y enfrentado se
encuentre el pueblo existe mayor posibilidad de que este germen ideológico se
implante en una sociedad. En el Ecuador del siglo XXI, según el gobierno, todo
lo anterior llamado neoliberalismo está mal; las estructuras políticas
representan la famosa partidocracia; los medios de comunicación son la prensa
corrupta; los banqueros y empresarios son los explotadores sociales y todos los
que están en contra de este remedo de proyecto ideológico son los poderes
fácticos que conspiran contra el Estado.
Se
habla de una democracia igualitaria con acceso a todos los beneficios del
estado central, ¿pero existe verdaderamente esa igualdad que pregonan, o es
solo un canto de sirenas para embaucar a los incautos? Citemos algunos
ejemplos: el gobierno central se ha empeñado en desarrollar la vialidad en el
país, sin embargo las arterias secundarias, en donde se encuentra los
generadores de producción, continúan en el mismo abandono de todos los
gobiernos. En el campo educativo se reformuló el acceso a los centros de
enseñanza generando graves problemas, pues el Estado es el que decide qué
carrera se debe seguir, frustrando las aspiraciones de miles de ciudadanos. El
área de la salud, otro referente de este proceso de “reconstrucción”, ha
caminado con paso lento, debiendo reconocer que la campaña Manuela Espejo, si
bien levantó un verdadero censo de las personas discapacitadas a las que se les
brindó un apoyo logístico y económico, es una muestra de la desvalorización de
los profesionales ecuatorianos de la salud, pues este gobierno que pregona
diariamente el eslogan “La Patria ya es de todos”, trajo tecnólogos cubanos
para que realicen este empadronamiento , como que si no existieran el número
suficiente de profesionales para ejecutar esta elemental tarea. En el campo
legal y de fiscalización, el país ha visto con ojos atónitos como se han
exculpado a un gran número de funcionarios corruptos y se ha condenado
injustamente a otros ciudadanos que no comulgan con el Socialismo del siglo
XXI, acusándoles de traidores a la patria, terroristas, conspiradores etc…
La
cuarta estrategia es el debilitamiento de las Fuerzas Armadas y Policía
Nacional. En este contexto hemos visto cómo violentando la Constitución se han
asignado nuevos roles institucionales, se han quitado competencias, se ha
reducido el personal, se han enajenado bienes, etc. El objetivo de esta
estrategia es crear una Fuerza Pública politizada y convencida para la defensa
de este proyecto político. También es necesario mencionar la conformación de
los denominados CDR (Comités de Defensa de la Revolución) o milicias
partidistas que tienen como misión la defensa del proceso revolucionario,
similares a los comités de Cuba, Nicaragua, y a las milicias bolivarianas en
Venezuela.
La
quinta estrategia de Rafael Correa radica en generar una imagen internacional
de un país que salió del estancamiento y viaja a la modernización sin importar
el endeudamiento que se tenga que realizar. En este país como lo describe el
periodista Francisco Febres Cordero en su artículo titulado “El Milagroso” del
18 de mayo del 2014; “Recorre el mundo predicando el milagro ecuatoriano y, con
su palabra, hace que los ciegos oigan, los sordos vean, los mudos caminen y los
paralíticos coman…”
Luego
de siete años de desgobierno de la mal llamada revolución ciudadana y después
de su descalabro electoral en la contienda política del 2014, donde el pueblo
inició un despertar que genera la pérdida en las urnas de las principales y más
importantes ciudades del país, consideradas por Alianza País como bastiones de
esta corriente ideológica, surge la preocupación en sus filas, quedando al
descubierto que no hay líderes internos que gocen de la simpatía popular y que
toda la maquinaria electoral la realizan bajo la égida de un solo autócrata,
Rafael Correa Delgado.
El proyecto comenzó a debilitarse por lo que
es necesario aplicar la sexta estrategia: la reelección indefinida, mediante la
cual se materializaría la violación de la Constitución y la destrucción de la
democracia, logrando la permanencia en el poder con el control y auspicio de todos
los poderes del Estado.
Con
estos espurios mecanismos de sumisión y control total, es necesario ampliar el
nivel de influencia traspasando las fronteras y promoviendo la séptima
estrategia del Socialismo del siglo XXI, la presencia internacional, que consiste
en coronarse como el referente y portavoz de la región. No importa cuál sea el
país o la injerencia en asuntos internos y soberanos de otros gobiernos, el
objetivo es que lo reconozcan como el personaje que abandera la lucha contra el
imperialismo, la partidocracia, la descontextualización de la realidad
histórica del continente, el combate a los poderes fácticos representados por
los medios de comunicación, el adalid de los derechos humanos, el irrespeto a
los organismos internacionales y sus decisiones jurídicas o la reencarnación de
personajes históricos, sin que para ello no escatime utilizar frases de
terroristas asesinos como el Che Guevara, quien siempre terminaba cada
ejecución o discurso con su eslogan, “ hasta la victoria siempre”.
Este
es el país del Socialismo del siglo XXI llamado Ecuador, el país de la
destrucción de la democracia, las libertades, los derechos, el país de la
persecución a quien opina diferente, el país en donde los jueces esperan el
veredicto desde otras instancias para poder hacer justicia, el país en donde no
importa a cuantas generaciones dejemos endeudados para satisfacer compromisos
económicos nefastos, aduciendo un cambio en el desarrollo nacional,
sacrificando a pueblos y territorios ancestrales protegidos mediante acuerdos internacionales. Este es el país en donde,
por un lado criticamos a transnacionales petroleras que depredaron el medio
ambiente y, por otro lado, destruimos la única reserva de biodiversidad más
grande del mundo, a cambio de unos cuantos barriles de petróleo que no se
quedan con el pueblo sino que se los comercializa con el imperialismo chino por
treinta monedas de plata.
La
pregunta que surge es, ¿qué hacer como latinoamericanos? La respuesta es muy
difícil y las soluciones tienen que ser abordados por cada país en donde las
sociedades tendrán que escoger entre seguir de esclavos del Socialismo del
siglo XXI o iniciar un proceso de liberación; caso contrario veremos un baño de
sangre en el continente que ya comenzó en Venezuela y que recorrerá desde
México hasta la Patagonia.