América
latina la joya codiciada de occidente
Crnl.
®️ Mario R. Pazmiño Silva
La tesis Malthusiana habla claramente de lo que le espera a la humanidad a corto plazo. Esta teoría hace
una comparación entre el crecimiento de la población que es en forma geométrica
y la generación de productos para satisfacer las necesidades que representa un
crecimiento matemático. Este vaticinio realista, que lo planteo en 1803 el
erudito británico Robert Malthus, ha preocupado a diferentes potencias
globales, que luego de exterminar o agotar sus recursos, han vuelto su mirada
hacia nuevos horizontes, donde débiles democracias y corruptos gobernantes
permiten que estos depredadores globales comiencen a festinar sus recursos
naturales.
Varias potencias mundiales
han puesto su mirada y su interés económico y geopolítico en nuestra región de
cuencas hídricas importantes para el planeta y buscan sacar ventajas en los
países dueños de las mismas a cambio de unas pocas monedas de plata.
China, Rusia, Turquía e Irán
constituyen algunas de las potencias de Medio Oriente que desde hace algunas
décadas consiguieron penetrar América Latina (AL) con el apoyo del socialismo
del siglo XXI y de gobernantes corruptos que privilegiaron su bienestar,
empeñando el desarrollo nacional.
China ha desarrollado,
durante las dos últimas décadas, 97 megaproyectos a un costo aproximado de $
90.000 millones y se constituye en el mayor inversionista y prestamista de
América Latina. Su influencia pasó de ser de un simple prestador de servicios y
de recursos al más importante aliado estratégico de los países
latinoamericanos.
China no solo tiene el
control de los recursos de los países sino también de sus gobiernos y
dirigentes, la mayoría de los cuales negociaron con sobreprecios los contratos
con el dragón asiático.
La segunda potencia mundial
aprovechó la euforia de una ideología socialista que no entendían los
sudamericanos y apoyó a gobiernos de ese corte para que tomen el poder y,
posteriormente, les pasó la factura en los contratos multimillonarios con los
que se benefició.
Rusia, otra potencia
mundial, tampoco quiere dejar este territorio sin marcar su presencia y, desde
2008, compite con los otros devastadores globales. Su interés, al igual que el
de China, es decirle a los Estados Unidos que los intereses geopolíticos en
América Latina son de los que hacen presencia e invierten en la región. Rusia
ha dado preponderancia a la venta de armamento, la explotación petrolera, los
proyectos mineros, las termoeléctricas y los préstamos para los países
regionales.
Irán, con varios contratos
secretos en Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua y Ecuador (25 firmados en
el tiempo de Correa que hasta la presente fecha no se desclasifican) y Turquía
tratan, por otro lado, de influir por medio de sus postulados islamistas, en
los países en donde el socialismo y los procesos revolucionarios han tenido
éxito en la región.
Los intereses geopolíticos
no respetan fronteras y más aún si lo que está en juego es la supervivencia de
su población. La guerra por los recursos naturales se está librando desde hace
mucho tiempo atrás, pero la visón obtusa de la mayoría de los gobernantes no lo
percibe, hasta que la teoría malthusiana demuestre que estamos en
extinción.
El continente de la
esperanza no solo tiene que luchar contra una pandemia sino también contra los
depredadores globales que cada día buscan en gobiernos sin principios
nacionalistas la devastación de sus recursos.