domingo, 30 de junio de 2019



SENAIN: La guarida de pesquisas

que violó la intimidad de los ecuatorianos

 


En el libro Crónicas Venecianas, José Luis Borja hace una explicación muy acertada de la manipulación de los sistemas de inteligencia en las dictaduras constitucionales:  sirven para proteger al caudillo populista, generando procesos de escarnio social contra ciudadanos que opinan o discrepan con el gobierno. Esta idea es fácilmente adaptable para los gobiernos socialistas del siglo XXI. Veamos por qué.
El Foro de Sao Paulo (FSP), el centro que agrupa a quienes se identifican con ese socialismo y de donde surgen sus principales ideas, establece como mandato incuestionable que todo gobierno de izquierda de la región debe realizar dos acciones para consolidar su permanencia. La primera, y la más importante, destruir el Sistema de Inteligencia Nacional, que constituyen los ojos del Estado y dan la alerta temprana ante cualquier amenaza. La segunda, debilitar sistemática y progresivamente la fuerza pública, para que el pueblo se encuentre desprotegido para poder reaccionar.
Siguiendo las indicaciones del FSP, el gobierno de Correa destruyó los sistemas de inteligencia, aduciendo una relación con potencias extranjeras. Esto se hizo ante la impavidez, el temor y la complicidad de los mandos institucionales encargados de velar por la seguridad integral del Estado. Los generales prefirieron ser utilizados como alfombras, a cambio de un puesto y prebendas, en lugar de levantar su voz con dignidad en defensa del país.
La creación del Sistema de Inteligencia política, denominada SENAIN, se publicó en el Registro Oficial 613, de junio del 2009. Vicente Rafael Correa tenía ya la herramienta para someter a todo un país y acelerar su paso en el camino a la consolidación de su gobierno.
La fábrica de aprendices de pesquisas daba sus primeros pasos. Luego hubo el reclutamiento de amigos, amantes, familiares… La seguridad del país pasó a manos de las novias del secretario de inteligencia y del equipo de fútbol de La Tola -lugar donde jugaba Ronny Vallejo. Su interés no era identificar las amenazas a la seguridad nacional, sino asegurar la permanencia en el poder del caudillo populista y fortalecer la estructura partidista e ideológica. Todo el que no concordaba o se oponía debía ser considerado un blanco para esta guarida de pesquisas.
Desde esta fábrica de conspiradores se planificaron, con dineros reservados de los ecuatorianos, las diferentes operaciones nacionales e internacionales, destinadas, supuestamente, a resguardar la seguridad del Estado. Son más de 375 millones gastados desde su creación, para la adquisición de equipos de monitoreo y seguimiento, alquiler de casas de seguridad y supuestas operaciones.


Estas últimas se realizaron dentro y fuera del país. Las extranjeras incluso comprometieron la seguridad del Estado y pusieron en riesgo las relaciones con otros países. Algunas fueron: operación “Hotel”, realizada en Londres, para vigilar las actividades de Julian Assange y de la policía inglesa.
Otras fue la operación “Caminito”, para interferir los correos y las cuentas de opositores ecuatorianos desde Argentina, por intermedio de un supuesto hacker, conocido como alias el ruso, que hasta la fecha no pueden justificar los gastos, porque no existe. 


Otra fue la operación “Caribe”, donde un grupo de pesquisas (ex miembros de AVC y el director de Inteligencia, Pablo Romero) viajaron a salvar la revolución nicaragüense de un supuesto golpe de Estado, con gastos reservados de la SENAIN.



La Operación “Goliat”, para capturar y extraditar a Galo Lara desde Panamá.


La Operación “Troyano” para seguir a miembros del gobierno del ex presidente Correa.


Las operaciones “Secuestro”, “Guayacán” y “Wilson”  en Colombia, para la captura de Fernando Balda y su traslado al país.  
El presidente Lenin Moreno creyó que al eliminar la SENAIN y cambiar de nombre al sistema de inteligencia, todo se olvidaría, que el nuevo organismo podría lavar esa imagen. ¡Qué equivocación tan infantil! Tal vez a este gobierno no le interesa investigar a una dependencia que estaba adscrita a la Presidencia de la República y cuyo jefe directo era el primer mandatario, pero los tiempos cambian, los gobiernos son transitorios, las investigaciones se reabren, el poder se termina, los acuerdos de protección se destruyen y la verdad saldrá a la luz pública.
    

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