SENAIN: La guarida de pesquisas
que violó la intimidad de los ecuatorianos
En
el libro Crónicas Venecianas, José Luis Borja hace una explicación muy acertada
de la manipulación de los sistemas de inteligencia en las dictaduras
constitucionales: sirven para proteger
al caudillo populista, generando procesos de escarnio social contra ciudadanos
que opinan o discrepan con el gobierno. Esta idea es fácilmente adaptable para
los gobiernos socialistas del siglo XXI. Veamos por qué.
El
Foro de Sao Paulo (FSP), el centro que agrupa a quienes se identifican con ese
socialismo y de donde surgen sus principales ideas, establece como mandato incuestionable
que todo gobierno de izquierda de la región debe realizar dos acciones para
consolidar su permanencia. La primera, y la más importante, destruir el Sistema
de Inteligencia Nacional, que constituyen los ojos del Estado y dan la alerta
temprana ante cualquier amenaza. La segunda, debilitar sistemática y progresivamente
la fuerza pública, para que el pueblo se encuentre desprotegido para poder
reaccionar.
Siguiendo
las indicaciones del FSP, el gobierno de Correa destruyó los sistemas de
inteligencia, aduciendo una relación con potencias extranjeras. Esto se hizo
ante la impavidez, el temor y la complicidad de los mandos institucionales
encargados de velar por la seguridad integral del Estado. Los generales
prefirieron ser utilizados como alfombras, a cambio de un puesto y prebendas, en
lugar de levantar su voz con dignidad en defensa del país.
La
creación del Sistema de Inteligencia política, denominada SENAIN, se publicó en
el Registro Oficial 613, de junio del 2009. Vicente Rafael Correa tenía ya la
herramienta para someter a todo un país y acelerar su paso en el camino a la
consolidación de su gobierno.
La
fábrica de aprendices de pesquisas daba sus primeros pasos. Luego hubo el
reclutamiento de amigos, amantes, familiares… La seguridad del país pasó a
manos de las novias del secretario de inteligencia y del equipo de fútbol de La
Tola -lugar donde jugaba Ronny Vallejo. Su interés no era identificar las
amenazas a la seguridad nacional, sino asegurar la permanencia en el poder del
caudillo populista y fortalecer la estructura partidista e ideológica. Todo el
que no concordaba o se oponía debía ser considerado un blanco para esta guarida
de pesquisas.
Desde
esta fábrica de conspiradores se planificaron, con dineros reservados de los
ecuatorianos, las diferentes operaciones nacionales e internacionales,
destinadas, supuestamente, a resguardar la seguridad del Estado. Son más de 375
millones gastados desde su creación, para la adquisición de equipos de
monitoreo y seguimiento, alquiler de casas de seguridad y supuestas
operaciones.
Estas
últimas se realizaron dentro y fuera del país. Las extranjeras incluso comprometieron
la seguridad del Estado y pusieron en riesgo las relaciones con otros países.
Algunas fueron: operación “Hotel”, realizada en Londres, para vigilar las
actividades de Julian Assange y de la policía inglesa.
Otras
fue la operación “Caminito”, para interferir los correos y las cuentas de
opositores ecuatorianos desde Argentina, por intermedio de un supuesto hacker,
conocido como alias el ruso, que hasta la fecha no pueden justificar los
gastos, porque no existe.
Otra
fue la operación “Caribe”, donde un grupo de pesquisas (ex miembros de AVC y el
director de Inteligencia, Pablo Romero) viajaron a salvar la revolución
nicaragüense de un supuesto golpe de Estado, con gastos reservados de la SENAIN.
La
Operación “Goliat”, para capturar y extraditar a Galo Lara desde Panamá.
La
Operación “Troyano” para seguir a miembros del gobierno del ex presidente
Correa.
Las
operaciones “Secuestro”, “Guayacán” y “Wilson” en Colombia, para la captura de Fernando Balda
y su traslado al país.
El
presidente Lenin Moreno creyó que al eliminar la SENAIN y cambiar de nombre al
sistema de inteligencia, todo se olvidaría, que el nuevo organismo podría lavar
esa imagen. ¡Qué equivocación tan infantil! Tal vez a este gobierno no le
interesa investigar a una dependencia que estaba adscrita a la Presidencia de
la República y cuyo jefe directo era el primer mandatario, pero los tiempos
cambian, los gobiernos son transitorios, las investigaciones se reabren, el
poder se termina, los acuerdos de protección se destruyen y la verdad saldrá a
la luz pública.
Ya les tocará su turno de rendir cuentas
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