¿Quién gobierna Venezuela?
Crnl. ® Mario R. Pazmiño Silva.
El
bolivarianismo, la estrategia chavista para seducir a los incautos mientras se
tomaban el poder y saqueaban el país, dependía de la penetración sistemática de
las Fuerzas Armadas. Y esta penetración tenía como fin transformarlas en un Ejército
represor, que defendiera la revolución socialista.
El
fallido golpe de Estado en contra de Hugo Chávez, gestado por militares y
organizaciones sociales el 11 de abril del 2002, constituyó el punto de inflexión
del chavismo y el de partida, tanto para la transformación de las Fuerzas
Armadas, como para la conformación de un Ejército paralelo, llamado los
Círculos Bolivarianos. Hugo Chávez comprendió que pertenecer a las Fuerzas
Armadas Bolivarianas no le garantizaba su lealtad ni su permanencia en el poder,
por lo que con la asesoría de la inteligencia cubana (G-2) diseñaron un proceso
de adoctrinamiento y conversión de la institución militar tradicional en una
milicia revolucionaria al servicio del gobierno chavista.
La
mejor forma de reclutar a sus compañeros de armas, por parte del gobierno de
Chávez, fue vía incentivos que los comprometía y generaba una dependencia y
agradecimiento por los cargos: recursos, viajes, prebendas, sueldos,
condecoraciones, etc. La milicia venezolana rápidamente se vio deslumbrada por
la corrupción, las lisonjas y por su nuevo papel en la administración
gubernamental. De lado quedaron los juramentos de defensa de las libertades y
los derechos que hicieron a su pueblo. La descomposición estaba ya en sus filas.
Las
Fuerzas Armadas han sido corrompidas hasta el punto de no retorno. Alrededor
suyo hay acusaciones de corrupción, asesinatos, violaciones de Derechos
Humanos, narcotráfico… Hoy, se puede decir, se trata de una milicia que ya no
responde a los intereses nacionales sino al crimen organizado y los gobernantes
de un estado fallido llamado Venezuela.
La
muerte de Chávez generó las pugnas internas por el poder y el inicio del
fraccionamiento institucional. Los militares, acostumbrados por dos décadas a
cogobernar y saquear las arcas fiscales, no podían ni querían dejar el botín o
ceder posiciones. El camino entonces fue llegar a acuerdos para una
coexistencia pacífica con el gobierno de Nicolás Maduro, quien mantuvo las
prebendas y no intervino en los negocios ilícitos de los militares. A cambio ha
tenido respaldo institucional armado ante posibles escenarios de
desestabilización internos o de la comunidad internacional.
El
fallido levantamiento cívico-militar del presidente interino Juan Guaidó y un
puñado de militares inconformes, confirma lo antes dicho. Además de que la
medida no estuvo bien planificada y el resultado es el conocido, a más de la
gran expectativa internacional y un desconcierto e insatisfacción nacionales
los escenarios no se modificaron.
Esto
no significa que Maduro consolidó su poder, sino que quien ostenta el control
del Estado en Venezuela son las Fuerzas Armadas Bolivarianas, que mantienen a Maduro
y pueden negociar con Guaidó.
La crisis venezolana no se solucionará,
porque quienes manejan los hilos del poder son los militares. Y ellos no están
siendo consultados en este proceso. Las negociaciones que se vienen realizando
en Oslo (Noruega) no prosperarán porque el actor principal, el dirimente, “la
milicia bolivariana” no está convocada y sin su beneplácito nada ni nadie podrá
alterar por la vía del dialogo los escenarios.
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