EL AUTO GOLPE Y SU EFECTO DOMINÓ
Crnl. ® Mario Pazmiño Silva
La historia
mundial está llena de estrategias políticas que emplean los gobiernos para
perpetuarse en el poder. El eslogan de “servir al pueblo” se cambia por el de
“servirse del pueblo” y a partir de ahí comienza su trabajo –y lo consiguen- de
controlar todos los poderes del estado, convirtiéndose en gobiernos fascistas,
de corte populista, en donde queda la sociedad anulada.
Estos
gobiernos nacen de la ignorancia popular, de su falta de información y cultura
política; de la inconformidad hacia los partidos políticos tradicionales y, de
la necesidad social de un cambio radical en la estructura estatal.
América
Latina tiene ejemplos muy claros, en estas últimas décadas, de estos
presidentes, que vendieron los intereses nacionales a cambio de una consigna
foránea y del enriquecimiento personal, así como el de sus servidores. Hugo
Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Dilma Rousseff, Cristina Fernández, Daniel
Ortega, Fidel Castro, Lula da Silva, son una muestra de cómo un gobierno puede
destruir un país y su sociedad. Las estrategias del auto golpe vienen ya
establecidas por el Foro de Sao Paulo y cuentan con el respaldo regional de organismos
como la UNASUR, la ALBA y los gobiernos que se identifican con el socialismo
del siglo XXI.
Para
materializar el auto golpe fue necesario capitalizar las necesidades sociales y
prometer una transformación del estado rompiendo las viejas estructuras de la
llamada partidocracia, a la cual se le endosó (y se lo hará siempre) todas las
equivocaciones. Acto seguido, utilizando la vía democrática y aprovechando de
una sociedad insatisfecha, tomaron el poder, apoyándose en eslóganes como “La
revolución es el cambio”, “La patria ya es de todos”, “Patria socialismo o
muerte”, para convencer a los ciudadanos que eran parte de ese proceso. Luego
cambiaron la constitución e hicieron una que les permitía perpetuarse en el
poder, tomar el control de la legislatura, del poder judicial, de los
organismos electorales, de la fiscalía y de la contraloría. En definitiva,
pasar de una democracia a una dictadura cobijada bajo el velo de la supuesta
lucha a favor de los más pobres.
El último
paso para imponer este auto golpe es la destrucción de la Fuerza Pública
(Fuerzas Armadas y Policía Nacional), a fin de evitar una reacción que ponga en
peligro su permanencia dictatorial. Instaurado así el fascismo en el poder se
aplicarán todos los mecanismos de terror y sometimiento a la sociedad que
prometió defender.
Esta es la
dictadura del socialismo del siglo XXI que aplican Cuba, Venezuela, Ecuador,
Bolivia y Nicaragua, hasta que el pueblo despierte de su letargo como ya paso
en Argentina y Brasil y se extiende como pólvora en el resto del continente,
reclamando la salida y juzgamientos de quienes traicionaron a su pueblo a
cambio de su bienestar personal, partidista e ideológico.
El poder es
efímero y más aún cuando se ha violado las libertades y derechos de la
colectividad. América Latina está entrando en una nueva era de transformaciones
político- sociales donde el susurro de libertad se transformó en un grito que
recorre todo el continente exigiendo que los dictadores que utilizaron el auto
golpe para mantenerse indefinidamente en el poder sean juzgados por vender y
destruir su Patria.
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