“Un pueblo
fraccionado y desinformado”, la estrategia de Correa
Mario R. Pazmiño
Silva
“Divide y reinarás” decía Nicolás
Maquiavelo en su libro El Príncipe y eso es justamente lo que hace Rafael
Correa en el país. Para este gobierno de la supuesta revolución que refundaría
la Patria, no podemos llamarnos
ecuatorianos sin primero identificarnos a qué corriente ideológica pertenecemos
(izquierda, derecha o centro). Esta división es fundamental para enfrentar a la
sociedad entre sí, mientras el gobierno busca alternativas para paliar la
crisis económica y social que existe.
Con el aparato propagandístico
gubernamental que está en funcionamiento es fácil culpar a la partidocracia de
todos los males habidos y por haber del país y no mencionar que Alianza País
lleva casi nueve años en el poder.
La estrategia de Rafael Correa, un
caudillo populista mal llamado socialista, entonces, es el
enfrentamiento entre ricos y pobres, indios y mestizos, militares, policías y
pueblo, costeños y serranos, izquierda y derecha… Todo grupo social que
presente un indicio de discrepancia con la política gubernamental tiene
necesariamente que ser dividido.
Correa, sin duda, ha dividido al
movimiento indígena y a la oposición. Les ha insultado y descalificado, pero
también ha creado organizaciones paralelas para desmovilizar a sindicatos,
maestros, estudiantes, jubilados, médicos, militares y policías..., pero
también para intentar generarse más apoyo. ¿Acaso no hemos visto los llamados
desesperados para que le defiendan de un supuesto golpe blando, de intentos de
derrocamiento y conspiraciones maquiavélicas?
Este triunfo de Correa también es
responsabilidad de los ecuatorianos. Hemos caído en el juego de poner por
delante nuestras diferencias ideológicas. Antes, lo primero era nuestra Patria,
nuestro Ecuador, en donde nacimos, el país que nos cobijó.
Somos testigos de la destrucción de
nuestro país, de ahí que es imperioso dejar esas divisiones que nos separan y
pensar en salvar lo poco que nos queda, desde una perspectiva
nacionalista. Esto implica definir nuestros objetivos y prioridades como
país.
Para ello, los partidos políticos son
importantes, a través de ellos construimos la democracia, recogemos los
criterios diversos de una sociedad, los procesamos. Es el momento
de unir fuerzas y no desunir, de extender la mano a todo hermano ecuatoriano
que quiera cambiar nuestro país. Recordemos la frase del Gral. José de San
Martin: “Cuando la Patria está en peligro todo está permitido excepto no
defenderla”.
De seguir por el camino trazado por
Correa, lamentablemente podremos llegar al enfrentamiento entre hermanos. En
ese escenario no importa si hay heridos o muertos, solo interesa perennizarse
en el poder y mantener su supuesta lucha revolucionaria. ¿Lo permitiremos?
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