Triunfó la
desunión
Crnl. Mario R.
Pazmiño Silva
El gobierno de
Rafael Correa ha manejado muy bien los escenarios políticos y a los actores sociales
a lo largo
de su administración y en las protestas de los últimos tres meses. Esto le ha permitido fraccionar cualquier intento de unidad
y manipular a las organizaciones sociales e indígenas para que confronten entre
sí, mientras él ha corregido y fortalecido su posición.
Parte de su
estrategia son sus discursos incendiarios, en los que llama traidores a sus
principios a quienes intentan acercarse y consolidar posiciones comunes.
Ejemplos: ha dicho que Guillermo Lasso financiaba las marchas, que Jaime Nebot
apoyaba el paro, que los indígenas le hacían el juego a la derecha, que la
marcha era una fanesca ideológica y que eran las mismas fuerzas que destruyeron
al país quienes se juntan para generar “un golpe blando o un proceso de
desestabilización”.
Esta estrategia de
desinformación y fraccionamiento ha provocado
la inocente respuesta de las organizaciones
indígenas y sindicales, que se han dedicado a marginar a otros actores sociales
que han resistido las arremetidas del ejecutivo sin ceder. A ellos se los ha
dejado de lado por no ser indios o sindicalistas, con lo cual renuncian a la
razón de ser de la protesta: la reivindicación nacional. Esta no
es una lucha ideológica, es de todos, sean de izquierda, de derecha, indios,
mestizos, blancos, negros, pobres, ricos, hombres, mujeres… quienes quieren
salvar lo que queda de este país.
Los dirigentes indígenas
y sindicalistas que se instalaron en el parque del Arbolito pidieron a los
quiteños que se sumen a sus reclamos, pero que solo lo hagan los de izquierda,
porque los otros no eran bien vistos. Parecería que ellos olvidaron –y que el
presidente Correa se los ha recordado en varias ocasiones- que en las últimas
elecciones alcanzaron el 2% de la votación nacional y que, además, Correa se
hizo eco de parte de su discurso y de su estructura organizativa para alcanzar
el poder.
Es hora de madurar
como sociedad y también políticamente, de poner los pies sobre la tierra:
ningún movimiento político, cualquiera que sea su ideología, va a poder sentar
al gobierno a negociar, porque perdió estratégicamente un elemento esencial: la
Fuerza, que se logra con la unidad.
La conclusión de
esta protesta, que fue anunciada con bombos y platillos, es que triunfó
la desunión y que el gobierno se fortaleció, por el sectarismo de
algunos dirigentes que creyeron que por ser de izquierda van a cambiar el país.
Ecuador no cambiará
y este gobierno se consolidará a nuestro pesar si no entendemos que la
resistencia no puede tener una bandera ideológica y que solo la
unión es la estrategia viable. Hay que romper con estos
paradigmas, caso contrario se seguirá haciendo el juego al gobierno, que maneja con habilidad “el divide y
reinarás”.